23/12/2016 Valle

Comer en Navidad en casa de un extraño mola y tú aún no lo sabes

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Comer en Navidad en casa de un extraño mola y tú aún no lo sabes


Si las reuniones familiares te estomagan y tienes hambre de nuevas experiencias, esta Navidad necesitas comer en casa de un extraño

Somos muchos los que toda la vida nos hemos pasado los 364 días después de Navidad pensando en qué comeremos el próximo año. Adictos a la gastronomía, sí. Aunque puede que hayamos trabajado más la parte de comerla que de realizarla. Nos encanta comer y para nosotros las “puestas hasta el culo” de Navidad son un evento top en nuestro calendario.

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Sin embargo, las comidas familiares de Navidad cada vez se traducen más en infernales compromisos que en festines gastronómicos. El plato “estrella” que empalaga, las aperturas del cajón de mierda y los mismos estomagantes chistes hacen que cuerpo te envíe señales de alerta. La bestia hambrienta que rugía en tus tripas cuando tu pituitaria daba el pistoletazo de salida parece haberse sumido en un letargo navideño. Tu estómago está cerrado y es Navidad: algo no cuadra.

Si has llegado hasta este punto, has probado a ir sin merendar y todo se ha quedado en agua de borrajas, es que tu estómago te pide un cambio.  Es en estas situaciones límite en las que le ponemos una velita a la economía colaborativa y esperamos a que una vez más nos saque de la rutina.

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Has tenido suerte, Eatwith y Vizeat te traen un concepto innovador y muy interesante: comer en casa de un desconocido. Y aunque a priori no te parezca un planazo, hemos de decirte que sí, lo es.

Por eso te traemos las razones por las que comer en casa de un extraño en Navidad mola, y mucho.

1.Es una experiencia gastronómica

Ojito con esto que es importante. Sí, los platos de tu madre te han hecho muy feliz y te han dado la vida en algunos momentos de bajona, pero la creatividad brilla por su ausencia.

Podrás disfrutar de una comida navideña diferente en la mesa de personas procedentes de cualquier lugar del mundo, desde cocineros autodidactas a chefs de vanguardia que te sorprenderán con platos diferentes.comer

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2.Sabes a lo que vas

La idea de llegar a casa de un tío que no conoces de nada y comer a saber qué, puede que así a priori no resulte apetecible. Pero esto solo ocurre en tu cabeza.

 Miles de anfitriones publican la fecha, lugar y el menú navideño. Una vez confirmes tu asistencia, estarás en contacto directo con ellos para ultimar los detalles.  

3.Puede ser un planazo con amigos

Para qué engañarnos. Más allá de la barbacoa, ninguno de tus amigos puede preparar un plato navideño, por lo que reunirte con ellos e ir a comer a casa de un experto cocinero puede ser un planazo digno de ser recordado año tras año.

Si queréis que sea una reunión más íntima, podéis acordar una comida privada y seréis los únicos asistentes.

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4. Esto no es First Dates

No, esto no es una incómoda cita romántica donde conocer gente y ver si pillas cacho.

El objetivo de comer en casa de desconocidos es probar especialidades gastronómicas de otras personas y lugares del mundo. También conocer gente nueva, ya que, además de ti, otras personas se unirán a la reunión. Es una ocasión perfecta para establecer nuevas amistades, contactos profesionales, o quién sabe, conocer a tu media naranja (pero sin forzar situaciones, eso sí).

5.Tú no serás la comida

Sabemos que pensar en que tú te convertirás en la comida en casa de un psicópata es tentador para cualquier hipocondríaco que se precie.  

Pero como ya te contamos, distinguir a un asesino en serie de un anfitrión es fácil si sabes cómo. La identidad de los anfitriones está comprobada, cuentan con una reputación en la aplicación y reseñas de otros usuarios que han comido con él. Así que tranqui. 

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6.Un nuevo tema de conversación en el trabajo

Siempre hay algún repelente que aprovecha cualquier oportunidad para tirarse el pisto. Te pregunta qué tal te ha ido la Navidad esperando tu clásico:  “bien, tranquilo con la familia”.  En realidad, lo único que quiere es restregarte sus súper vacaciones. 

No hay nada mejor para dejarle con “el culo torcío” que hablar de tu original comida navideña en casa de un desconocido. Zas, en toda la boca.

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